Donde fuimos capaces de ser todos iguales
Ya pasado el verano y acercándose poco a poco el frio, echamos la vista atrás para recordar una gran aventura-expedición que marco de forma clara a sus participantes.
Todavía no teníamos coronavirus y podíamos planear expediciones y actividades fuera de lo normal y sobre todo fuera de nuestro municipio.
Ninguno de los integrantes del grupo podía imaginar que sería la última gran actividad antes de vivir lo que después viviríamos. Encierros perimetrales, confinamientos, enfermedades y muertes, perder el verdadero significado del abrazo y del beso, el contacto… todas esas cosas que hoy en día echamos tan de menos y a las que nos va a costar volver.
Pero viéndolo desde lejos, con tiempo de distancia, todos los que allí estuvieron aprovecharon bien el tiempo para sentir, besar y abrazar, por algo que bien merecía la pena ese contacto que tanto nos cuesta ahora.
Con mucho tiempo de antelación, un grupo de personas con diferentes intereses, inquietudes y capacidades, se embarcaban en una gran aventura que prepararon con mimo.
Sus experiencias guiando a personas ciegas por montaña y las largas conversaciones con montañeros ciegos y con baja visión, los llevo a organizar una travesía por el lago helado del Parque Nacional de Hardangervidda en Noruega.
Este fue el objetivo de Yosu Vazquez y José Arco. Ofrecer esa libertad tan ansiada por algunas de las personas ciegas que participaban en sus actividades.
El Parque Nacional de Hardangervidda, con una superficie de cerca de 8.000 km2 y una altitud comprendida entre los 1.100 y los 1.400 m, es el altiplano más extenso de Europa.
En estos parajes la vegetación es escasa debido a las duras condiciones climáticas (vientos violentos, frecuentes tempestades y un invierno tan glacial como el del norte del país). De hecho, el Hardangervidda se encuentra por encima de la zona arbolada y marca el límite sur de la implantación de numerosas plantas árticas. Aquí se encuentra la mayor concentración de renos del norte de Europa.
El pico Hårteigen, en el centro de la meseta, es como un poste indicador: con sus 1690 metros de atura y su característica forma de sombrero, puede verse prácticamente desde cualquier lugar de la meseta.